Todos los pájaros del bosque sabían que se acercaba la fiesta de cumpleaños del águila real que vivía en un palacio que estaba en la cima del cerro yukunumañi.
Su fiesta era de las más esperada, y no siempre invitaba a todo el mundo, por eso el pájaro carpintero estaba muy emocionado, porque en esta ocasión tuvo la fortuna de ser invitado por primera vez, y esto, porque el águila real necesitaba a alguien que sirviera la comida. De cualquier manera, una invitación al palacio del águila real, era algo que no cualquier pájaro va.
Es por eso que andaba muy preocupado, porque no tenía un buen traje que ponerse, aunque era muy trabajador, no tenía el dinero suficiente para gastar en un traje nuevo. Entonces pensó que podría pedir prestado ropa para vestirse con las aves del campo.
Se acercó al colibrí y de tanto perseguirlo sobre las flores del campo le preguntó que si podía prestarle su traje para la fiesta. El colibrí que no estaba invitado, todo porque al águila real no le gustaba que su pico fuera muy largo y siempre lleno de polen de flores, es por eso que no fue invitada, pero accedió a prestarle su traje al pájaro carpintero, sin embargo su traje era muy pequeño, aunque tenía colores hermosos, no se ajustaba bien a su talla, el pájaro carpintero se fue triste por esa desgracia.
Se encontró al tecolote por la noche que tampoco estaba invitado, todo porque al águila real no le gustaban sus grandes ojos porque le daban miedo, por eso accedió a prestarle su traje al pájaro carpintero, pero a este no le gusto nada el movimiento de la cabeza de esa ave, se sentía rígido e incómodo además que no se imaginaba algo tan serio para una fiesta.
Fue a buscar al pato que pescaba junto al arroyo, pero sus patas escamosas no le gustaron demasiado y se sentía torpe al volar, menos que caminara tan raro como lo hace el pato cuando no anda en el agua.
Así anduvo el pájaro carpintero por varios días, preguntando quien le pudiera prestar un traje para ir a la fiesta del águila real, ya que era de las fiesta mas bonita que había en el bosque y muchos pájaros se estaban preparando para la gran ocasión.
Una mañana se encontró a la Pichuaca que vestía elegante, presumiendo su hermoso traje color negro y su camisa blanca, llevaba en la cabeza un sombrero rojo que deslumbraba y que todo el mundo envidiaba. Muy decidido el pájaro carpintero se le acercó y le dijo que si porfavor le prestaba su traje para ir a la fiesta del águila real.
Aunque la pichuaca estaba invitada a la gran fiesta, no pensaba ir, todo porque el águila real es un ser presumido y vulgar. No eran amigos por eso la pichuaca no tenía la intención de ir. La pichuaca hace sus vuelos cortos y torpes por eso le tenía envidia al águila real, porque orgullosa vuela por el bosque y su canto aterroriza a los animales del campo.
Pero tampoco quería prestar su traje al pájaro carpintero porque no concebía la idea de vestir zarrapastroso como el pájaro carpintero que todo el tiempo andaba picando los árboles, y se ensuciaba por el aserrín de los árboles. Varios días anduvo persiguiendo a la pichuaca hasta que por fin la convenció.
Se llevó el traje a su casa, se duchó y se puso el traje de la pichuaca. El se sentía muy elegante y caminaba erguido cuando entró a la fiesta. Todo el mundo murmuraba que quien era esa ave que vestía tan elegante, se admiraban de él y todos le decían cosas bonitas.
Le gustó mucho al pájaro carpintero que ya no le quiso regresar su traje a la pichuaca. Desde entonces se ve al pájaro carpintero andar muy elegante y presumido por el bosque.
La pichuaca se quedó esperando que el pájaro carpintero le regresara su traje, es por eso que vuela por la madrugada buscando gusanos para comer por la orilla de los caminos porque le da pena que la vean con su triste traje de color gris todo por confiar en el pájaro carpintero.
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