La invitación es a conocer, escuchar, reflexionar y compartir. La Jornada de Diálogos por la Defensa de los Territorios: Montañas, Mares y Ciudades, donde compañeros de CODEDI, provenientes de la Sierra Sur y la Costa de Oaxaca, expondrán el proceso organizativo que sostienen frente al despojo. Las actividades tendrán lugar el miércoles 10 de septiembre a las 18:30 hrs. en Las 400 Voces Chocolatería Solidaria y el jueves 11 de septiembre a las 16:00 hrs. en la Sala A de la Coordinación de Investigación de la Facultad de Filosofía y Letras. También puedes sumarte con gestos de solidaridad a través del acopio de alimentos no perecederos, herramientas para el trabajo de campo, material de limpieza y otros apoyos que fortalezcan la defensa comunitaria de los territorios.


Voces Desde La Costa – El Cartel Del Despojo El Giro de la Rueda


Por Kino Balu

Cristóbal Ramírez, integrante del Comité por la Defensa de los Derechos Indígenas (CODEDI), llegó a la Ciudad de México con un propósito claro: denunciar el despojo que avanza en la costa de Oaxaca, en particular en la playa Salchi. No vino a solicitar audiencias con funcionarios ni a sentarse en mesas de diálogo. Vino a señalar lo que llama, sin eufemismos, “el cártel del despojo”. Sus palabras no son abstractas: traen nombres, cargos y fechas. David Ortega del Valle, director de gestión ambiental en el gobierno de Salomón Jara (Morena); Juan Hugo de la Rosa García, diputado federal y exalcalde de Nezahualcóyotl; Alejandro Avilés Álvarez, legislador del Partido Verde; Orlando Acevedo, representante del PRI en Oaxaca. Todos ellos, acusa, son parte de una maquinaria que convierte tierras ancestrales en hoteles al servicio de intereses foráneos.

Miguel Sánchez conoce bien esta maquinaria. A los 87 años, este hombre es originario de Playa Salchi, San Pedro Pochutla. Las 26 hectáreas que heredó de su abuelo se han reducido a la mitad por el trabajo sistemático del cartel del despojo. En los terrenos arrebatados funcionan ahora diez hoteles que albergan turistas extranjeros durante temporadas vacacionales mientras las comunidades oaxaqueñas no pueden acceder a sus propias costas por los precios prohibitivos.

La Hipocresía del Sistema Recién Nacido

El aparato judicial mexicano llora como bebé ante sus propios monstruos. Proclama transformación mientras amamanta los mismos vicios del pasado; predica legalidad mientras sus funcionarios fabrican documentos apócrifos; jura proteger derechos mientras ejecuta desalojos letales. Esta hipocresía infantil del sistema político de la Cuarta Transformación enfrenta ahora las criaturas que él mismo ha acompañado, ahora adopta esas crías de administraciones anteriores y que continúa alimentando: terrenos vendidos hasta cuatro veces a diferentes compradores, notarías convertidas en fábricas de mentiras oficiales, fuerzas policiacas que entregan cadáveres como quien cumple trámites burocráticos.

“Están coludidos con notarios públicos, están metidos incluso los jueces. Es toda una red de personajes, todo un equipo que estos cabrones tienen para poder despojar a las comunidades y a los pueblos”, explica Cristóbal con la precisión de toda una organización campesina que ha documentado durante 27 años saqueo institucional. La corrupción no es la enfermedad del sistema: es su modo de operación.

El actual estado mexicano hipócrita balancea su retórica de derechos humanos mientras alimenta los monstruos de su propia creación. David Ortega del Valle maneja desde Morena los permisos ambientales que legalizan el despojo; Juan Hugo de la Rosa García legisla en San Lázaro mientras despoja en Oaxaca; los funcionarios del Partido Verde y del PRI completan el círculo vicioso. El sistema político recién nacido en sus discursos de transformación llora por justicia mientras sus operadores ejecutan el mismo modelo priísta extractivo de siempre.

Violencia Como Forma de Trabajo

La geografía del despojo revela un patrón que trasciende el caso de Salchi. Playa El Coyote en Huatulco, El Coyul hacia el istmo: comunidades enteras enfrentan la misma hipocresía gubernamental que proclama soberanía nacional mientras entrega territorios ancestrales a inversionistas extranjeros. En cada caso, los mismos monstruos creados por el sistema: violencia estatal disfrazada de legalidad, documentos apócrifos validados por notarios cómplices, amenazas con armamento militar ejecutadas por fuerzas que juraron proteger a la población. Armamento recién adquirido por el gobierno de Salomón Jara al estado genocida de Israel.

Abraham Hernández lo comprobó en 2018 cuando la policía llegó por él a su casa en Playa Salchi. “Fue la policía la que lo fue a traer ahí en su casa y ya el compañero pues aparece muerto como a las 2 horas”, relata Cristóbal. Los expedientes policiacos permanecen archivados. La impunidad no es falla del sistema: es su garantía de funcionamiento.

Noel Castillo corrió la misma suerte en Barra de la Cruz por defender su playa. Miguel Sánchez ha sobrevivido varios intentos de asesinato. “Al compañero Miguel lo han ido a balear a su casa. En una ocasión incluso llegó un grupo armado de alrededor de 20 personas y lo sacaron de su casa. Lo quisieron llevar así lejos para pues para matarlo.” El anciano se negó: “Si me quieren matar, pues que sea aquí en mi casa, pues no me van a sacar.”

Las amenazas continúan. Quienes apoyan a Miguel Sánchez reciben visitas de hombres armados “no con armas pequeñas, sino con armas de uso exclusivo del ejército.” La violencia física acompaña cada transacción porque no es efecto colateral del modelo: es su condición de posibilidad.

La Infraestructura Turística del Saqueo

Esta geografía del despojo responde a un modelo económico que mercantiliza el territorio de los pueblos indígenas para satisfacer demandas turísticas extranjeras mientras expulsa a las poblaciones originarias de sus espacios de vida. Los anuncios de Facebook que ofrecen “lotes cerca de la playa” materializan en redes sociales una estrategia de colonización territorial que opera desde las oficinas gubernamentales.

“En su mayoría quienes compran esos lotes, pues ni siquiera son mexicanos, son extranjeros y en su mayoría canadienses”, explica el compañero de CODEDI. Pero estos inversionistas no viven permanentemente en México: “lo ocupan como casas de vacaciones o de verano. Llegan por temporadas, específicamente en vacaciones. El resto del año pues dejan uno o dos personas ahí para que hagan el mantenimiento, la limpieza.”

Mientras tanto, las comunidades oaxaqueñas no pueden disfrutar de sus propias costas. “Los precios son muy elevados. Está hecho para eso, para los extranjeros. Todo está muy caro y las comunidades no pueden estar a gusto en esos lugares.” El modelo turístico extractivo produce apartheid costero: playas mexicanas para extranjeros, comunidades mexicanas expulsadas de su propio territorio.

27 Años Construyendo Alternativas

CODEDI nació en Santiago Xánica cuando el régimen priista imponía autoridades locales violentando el sistema tradicional de cargos comunitarios. “La organización se funda con la finalidad de defender los derechos de las comunidades indígenas que en ese tiempo estaban siendo muy pisoteados”, relata Cristóbal. Desde entonces, la organización ha construido una propuesta de autonomía que trasciende la resistencia defensiva.

“En las comunidades hay un escalafón de servicio. Tienes que empezar desde topil, subes a teniente, te toca dar servicio en la iglesia. Solamente cuando has cubierto todos estos servicios, tienes el derecho o puedes ser nombrado presidente de la comunidad.” Este sistema de autoridad basado en servicio comunitario contrasta con la imposición de funcionarios controlados por partidos políticos.

La represión ha sido constante. “En el 2005 tuvimos tres compañeros que estuvieron presos. Uno estuvo 6 años.” CODEDI participó activamente en la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) durante 2006, experimentando formas de autoorganización que prefiguraron modelos alternativos de gobierno popular.

La Ex-Finca Alemania: Educación Popular en Tierras Recuperadas

En 2011, tras la liberación de compañeros presos, CODEDI identificó una necesidad urgente: “una universidad que atendiera realmente a los jóvenes de las comunidades.” La justificación es clara: “La educación es un negocio, estudiar cuesta mucho y más todavía cuando eres de una comunidad indígena.”

Muchos jóvenes no terminan ni la primaria por la imposibilidad económica de mantener estudios en las ciudades. “Son muy pocos los que logran alcanzar el nivel universitario por esto que mencionábamos de que es mucho dinero pues tener que salir a la ciudad, de mantener una renta.”

La solución vino en forma de recuperación territorial. “Los compañeros encontraron este espacio en lo que antes fue la finca Alemania, allá en los límites entre la costa y la sierra sur. Al investigar se dan cuenta de que la finca estaba embargada y se decide tomar la finca.”

La toma del 19 de abril de 2013 involucró no solo a CODEDI, sino también a “extrabajadores, los hijos de los extrabajadores que estuvieron en la finca en su momento cuando la finca estaba funcionando al 100, y nos apoyaron los compañeros de OIDHO, Organizaciones Indias por los Derechos Humanos en Oaxaca.”

Las limitaciones económicas modificaron el proyecto original. “Para construir una universidad pues es muchísimo dinero y mantenerla pues aún más. La idea sigue, continúa, no nos hemos quitado esa idea de encima. Seguimos con esos planes, pero va avanzando muy lento.”

En su lugar, construyeron un centro de capacitación de artes y oficios: “taller de carpintería, la panadería que se nos cayó del huracán y apenas estamos levantando, el taller de medicina tradicional, serigrafía, mecánica entre otros. Con eso sí pudimos arrancar porque era menos costoso.”

El proyecto incluye educación básica comunitaria: “contamos con preescolar, tenemos primaria, tenemos secundaria. Una escuela que sirviera a las comunidades y los jóvenes empezaron a llegar ahí. Se les brindaba lo que se les brinda todavía: hospedaje, alimentación y esta educación está más enfocada a cubrir las necesidades de las comunidades.”

Arte Como Herramienta de Resistencia

La dimensión cultural del proyecto trasciende la formación técnica. “Le apostamos en el ámbito cultural artístico, tenemos taller de teatro, taller de danza. Los jóvenes ahí se capacitan en eso.” Los encuentros nacionales e internacionales de teatro organizados en la ex finca emplean el arte “como una forma de protesta y como una forma de decirle a la gente lo que está pasando allá en las comunidades.”

El teatro, la danza, la música funcionan como herramientas de comunicación que trascienden las barreras impuestas por medios controlados por los mismos intereses que ejecutan el despojo territorial. “El arte como una forma de protesta y como una forma de decirle a la gente lo que está pasando allá en las comunidades. Los asesinatos y todo esto.”

Salchi: Laboratorio de Autonomía Territorial

El proyecto que CODEDI desarrolla actualmente en Playa Salchi trasciende la defensa reactiva del territorio de Miguel Sánchez. Propone la construcción de un espacio autónomo donde las comunidades puedan “llegar y disfrutar un rato de la playa, estar con sus familias sin que nadie se los impida, sin que se les cobre excesivamente.”

Las comunidades integradas en CODEDI aportan tequio (trabajo comunitario) para cuidar el espacio recuperado. “Las comunidades están llegando a cuidar ese lugar. También están en la siembra de lo que es el maíz, la sandía, el melón. Entonces, se le está dando vida al espacio.”

La propuesta incluye replicar el modelo educativo y cultural de la ex finca Alemania: “se pretende construir ahí algo similar a lo que tenemos en el centro de capacitación, queremos abrir talleres, un espacio para teatro, para el arte.”

Esto no es utopía: es planificación concreta de alternativas viables al modelo turístico extractivo que expulsa poblaciones locales para satisfacer demandas externas. “Va a ser un espacio abierto no solo para las comunidades, sino, por ejemplo, personas de otros procesos de lucha, de otros espacios que algún día quieran llegar a convivir un rato en la playa.”

La Persistencia de la Resistencia

Mientras CODEDI realiza charlas en universidades capitalinas, las comunidades oaxaqueñas continúan enfrentando amenazas diarias. “Desde que entramos pues los compañeros han estado recibiendo amenazas así de que pues sálganse porque no nos hacemos responsables de lo que les llega a pasar.”

Las amenazas no han detenido el trabajo comunitario. El tequio continúa en Salchi, la educación popular funciona en la finca Alemania, los talleres de arte producen obras que denuncian el despojo. Esta persistencia revela una comprensión profunda: la resistencia no puede limitarse a reaccionar contra la violencia del sistema; debe construir alternativas concretas que prefiguren la sociedad que queremos.

Propuestas Directas

La experiencia de CODEDI demuestra que las alternativas al despojo territorial no requieren la benevolencia del Estado ni la autorización de instituciones corruptas. Requieren organización comunitaria, recuperación territorial, educación popular, producción autónoma, defensa colectiva.

Documentar y denunciar los casos de despojo identificando nombres, cargos y mecanismos específicos de operación, pues la impunidad se sostiene en el anonimato de los operadores.


Construir redes de apoyo que conecten comunidades afectadas por el mismo patrón de despojo, ya que el aislamiento facilita la represión selectiva.


Desarrollar proyectos productivos y educativos en territorios recuperados que demuestren la viabilidad de modelos alternativos al extractivismo turístico.

Utilizar herramientas culturales —teatro, música, literatura— para comunicar realidades que los medios corporativos ocultan o distorsionan.


Mantener la resistencia más allá de coyunturas electorales, porque los cambios de gobierno no modifican la estructura del despojo; la reorganizan.

La visita de CODEDI a la Ciudad de México no busca convencer al poder político de su bondad inexistente. Busca informar, conectar, organizar. Las charlas en Las 400 Voces Chocolatería Solidaria y en la Facultad de Filosofía y Letras siembran semillas que pueden germinar en acciones concretas de solidaridad con las comunidades en resistencia.

Miguel Sánchez sigue defendiendo las hectáreas que le quedan en Playa Salchi. Abraham Hernández y Noel Castillo no pudieron ver el espacio autónomo que sus comunidades están construyendo. Pero sus muertes no fueron en vano si logran que más personas comprendan que el despojo territorial no es inevitable, que la resistencia es posible, que la construcción de alternativas ya comenzó.

Las 26 hectáreas de Salchi representan mucho más que un conflicto local por tenencia de la tierra. Representan la posibilidad de que las comunidades originarias recuperen el control de sus territorios, de que la educación sirva a los pueblos en lugar de enriquecer empresarios, de que el arte denuncie injusticias en lugar de decorar privilegios, de que la justicia, tierra y libertad se construyan desde abajo en lugar de ser corrompida desde arriba.

El cartel del despojo tiene nombres y apellidos. La resistencia, pues también.


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