Un Museo Nacional se Rinde: La Revolución de 140 Artistas
El 10 de diciembre de 2024, 140 mujeres grabadoras de pueblos originarios y afrodescendientes lograron lo imposible: ocupar por primera vez en la historia un museo nacional mexicano completo. No una sala. Todo el Museo Nacional de la Estampa.
En este episodio del podcast, caminamos desde la Alameda hasta las salas donde la maestra Eusebia llegó desde la Sierra Mazateca con “Íchjín ‘Tsen” —mujeres rabiosas—, un grabado que documenta 200 órdenes de aprehensión fabricadas contra defensores de la autonomía. Escuchamos a Sara Monroy de la Nación Comcáac explicar su pintura facial como celebración y resistencia. Conocemos a Ingrid Sáenz, quien desde Agua Dulce, Veracruz, recupera la memoria de 12 millones de africanos esclavizados que México prefirió no contar durante décadas.
En este podcast caminamos por el Museo Nacional de la Estampa y conversamos directamente con las artistas. Escucha los testimonios completos de la maestra Eusebia, Sara Monroy, Ingrid Sáenz, Argelia Matus, Didxaza García y Reina Kimberly.
Por Kino Balu
Ciudad de México, 10 de diciembre de 2025. Voy con paso apurado cruzando el piso mojado y resbaloso de la Alameda. Espero el “siga” peatonal mientras transcurre el habitual tráfico, la espera se hace más impaciente cuando cae la fría llovizna. Al entrar al museo una de las primeras vistas es la instalación de la gráfica Íchjín ‘Tsen “mujeres rabiosas”, presagio de lo que vendría a ser una exposición sobre Grabadoras de historias.
Una Ocupación Total: El Museo Nacional de la Estampa Cede por Primera Vez
El Museo Nacional de la Estampa acaba de ceder. Por primera vez en su historia —por primera vez en la historia de cualquier museo nacional mexicano— un edificio completo ha sido ocupado en su totalidad por el trabajo de mujeres artistas provenientes de comunidades originarias y afrodescendientes. No una sala. No un ala temporal. Todo el museo. Las 140 artistas de “Grabadoras de Historias: Mujeres en la Gráfica de los Pueblos de México” han tomado cada pared, cada vitrina, cada rincón de este espacio que durante décadas exhibió un canon bien establecido, una narrativa oficial contada desde el centro.
Que esto suceda ahora es un recordatorio brutal de cuánto tiempo las instituciones culturales mexicanas sostuvieron una exclusión sistemática. Durante décadas, estos mismos muros celebraron a los grandes nombres del muralismo, del grabado político, de la estampa como herramienta revolucionaria. Pero esa historia fue narrada casi exclusivamente por voces del centro, urbanas, mestizas, masculinas. Las mujeres de los pueblos originarios que también tallaban, que también imprimían, que también denunciaban con sus gubias, permanecieron invisibles. No porque su trabajo no existiera. Porque las instituciones decidieron no verlas.
Mujeres Rabiosas: La Maestra Eusebia y la Sierra Mazateca

La maestra Eusebia llegó desde Eloxochitlán de Flores Magón, en la Sierra Mazateca de Oaxaca, con ese grabado que me recibió en la entrada. “Rabiosas porque tenemos en nuestro corazón mucho coraje por delitos fabricados”, dice con una voz que no tiembla. Su pieza no está sola: forma parte de un grabado colectivo donde cada trazo expresa el sentimiento de niños, niñas, jóvenes y mujeres que hicieron sus trabajitos plasmando lo que llevan adentro. “Hay un trabajo por ahí que habla de defender la autonomía del pueblo. Es un árbol grande y luego hay arbolitos pequeños en donde el deseo de los mayores es de que trabajemos con los pequeños, con los jóvenes para que cuando sean grandes defiendan la autonomía de su pueblo.”
Esas 200 órdenes de aprehensión que menciona no son una exageración. Son delitos fabricados contra defensores y defensoras de la autonomía mazateca, contra quienes se oponen al despojo territorial en la Sierra. La rabia en el grabado es documentación de violencia institucional y caciquil concreta. Su lucha y la de las mujeres mazatecas puede seguirse en https://www.facebook.com/asambleacomunelox.floresmagon
Esto no es una exposición. Es un acto de justicia histórica que llega con décadas de retraso. Y es necesario preguntarse: ¿por qué tardó tanto? ¿Qué estructuras institucionales sostuvieron esta exclusión durante generaciones?
La Geografía Invisible: Once Estados, Doce Lenguas Originarias
Las paredes del museo documentan una geografía que rara vez encuentra espacio en estos recintos sagrados del arte: la Nación Comcáac en Sonora, Cherán en Michoacán, la Sierra Mazateca en Oaxaca, Agua Dulce en Veracruz, las comunidades afromexicanas de la Costa Chica oaxaqueña y Tabasco. Once estados. Doce lenguas originarias. Una declaración de principios que rompe con la norma y sacude los cimientos de la institucionalidad cultural mexicana.
Durante décadas, cuando estas artistas creaban en sus comunidades, el Museo Nacional de la Estampa exhibía una historia del grabado mexicano que las borraba. No por accidente. Por una política cultural que definió qué arte merecía estar en los museos nacionales y cuál debía permanecer en los márgenes, folclorizado, despojado de su valor político y estético, reducido a artesanía para turistas.
Sara Monroy: Pintura Facial y Resistencia de la Nación Comcáac

Sara Monroy vino de la Nación Comcáac, ese territorio que está frente al mar y el desierto, una nación aislada geográficamente pero visible por su persistencia en compartir su cultura a través del arte, la música y la lengua originaria que hablan: el Cmiique Iitom. “Tratamos también de enfocarlo más en el tema educativo para poder plasmar en otros espacios como este en los museos o en las escuelas o en conciertos en diferentes momentos”, explica. Su pintura facial habla de celebración y renovación, celebrando la vida pero renovando también las cosas buenas para obtener siempre las bendiciones que nos da el universo. Su trabajo puede encontrarse en https://www.instagram.com/zaramonrroyoficial1/
Que Sara tenga que luchar para “plasmar en otros espacios como este en los museos” revela que el acceso no era natural, no era obvio, no era garantizado. Durante décadas, artistas como ella tuvieron que insistir, exigir, forzar las puertas de instituciones que preferían celebrar la diversidad cultural de México en abstracto mientras mantenían sus galerías cerradas a quienes encarnaban esa diversidad.
Argelia Matus: Grabado con Cabello y Memoria del Istmo

Argelia Matus llegó de San Francisco Ixhuatán, una comunidad del istmo de Tehuantepec en Oaxaca, con tres piezas que desafían la técnica convencional del grabado. “Surgen a partir de matrices que hago con cabello, cabello natural, digamos de la unión de estos cabellos y para hacer la reproducción de estas matrices y luego son intervenidos con dibujos de a lápiz con lápiz de grafito”, cuenta. El cabello como material no es fortuito: “creo que el cabello está lleno de significados de todo tipo. Realmente hay una historia ahí de quienes somos”. Sus mujeres representan a las mujeres del istmo en sus espacios íntimos, esos lugares a los que pocas veces accedemos. “Pero en realidad son los espacios de mis abuelas, de cómo yo vi y a mis abuelas.” Su obra puede seguirse en https://www.facebook.com/matusargelia/ y https://www.instagram.com/argeliamatus
La innovación técnica de Argelia —usar cabello como matriz— es el tipo de experimentación que las instituciones culturales mexicanas celebran cuando proviene de artistas formados en las academias del centro. Cuando proviene de una mujer del istmo oaxaqueño, esa misma innovación fue ignorada durante años. El problema no era la calidad del trabajo. Era quién lo producía y desde dónde.
La Historia Que México No Quiso Contar: Pueblos Afromexicanos en el Grabado
La memoria hecha materia. El grabado como recuperación de lo que el tiempo oficial intentó borrar. Pero ese tiempo oficial no fue neutral: fue construido activamente por instituciones que decidieron qué memorias merecían preservarse en museos nacionales y cuáles debían permanecer invisibles.
Ingrid Sáenz: 12 Millones de Africanos Esclavizados

Ingrid Sáenz vino de Agua Dulce, Veracruz, en el sur del estado que colinda con Tabasco, con dos piezas que forman parte de una carpeta de veinte que abordan el tema de los pueblos afromexicanos. Ha trabajado los últimos siete años en comunidades afro, un tiempo en Tabasco y un tiempo en Oaxaca, en las comunidades de la Costa Chica oaxaqueña. “Me he dado cuenta que lo que sabemos es casi nada de cómo llegamos los negros a México o América y pues me di a la tarea como de informarme y como entremezclar ese conocimiento de las de los pueblos afro y lo que está escrito en los libros y lo que se me ocurre.”
Sus dos obras están hechas en agua fuerte y agua tinta sobre lámina negra. Una de ellas es “Nodriza de blancos”: el dibujo de una mujer afromexicana o afro en el encargo de niños blancos. La otra pieza se llama “Más de 12 millones” y representa varias mujeres en una embarcación. “Esta pieza quiere pues significa que más de 12 millones fuimos extraídos de de África y nos trajeron y nos esclavizaron”, explica Ingrid.
La historia que México prefirió no contar durante décadas ahora ocupa las paredes de un museo nacional. Pero es necesario decirlo sin eufemismos: las instituciones culturales mexicanas participaron activamente en borrar la presencia afromexicana de la narrativa nacional. No fue olvido. Fue política cultural. Durante generaciones, los museos nacionales exhibieron una historia de México que invisibilizaba a la tercera raíz, que negaba la esclavitud, que borraba sistemáticamente 500 años de presencia africana en el territorio. Que Ingrid tenga que decir “lo que sabemos es casi nada” no es casualidad: es el resultado de décadas de instituciones educativas y culturales que decidieron no enseñar, no exhibir, no documentar esa historia.
Pedagogía Comunitaria: Enseñar el Orgullo Afromexicano
Más allá de la exposición, su trabajo continúa: dar taller de gráfica a infancias, adolescencias y juventudes en la Costa. “Para mí eh como parte de mi quehacer artístico es enseñar las técnicas y enseñar el orgullo de los pueblos afro.” Mientras las instituciones culturales del Estado mexicano tardaban décadas en reconocer esta historia, artistas como Ingrid ya estaban haciendo el trabajo de transmisión cultural y pedagógica que esas instituciones debieron hacer hace generaciones. Su trabajo puede seguirse en https://www.facebook.com/ingrid.saenz.92775 y https://www.instagram.com/tallerlaminanegra/ o contactarla en tallerlaminanegra@gmail.com
Tatuaje y Transmutación: El Cuerpo Como Soporte del Grabado
Didxaza García Jiménez: Estampado Permanente en la Piel

Didxaza García Jiménez presentó una muestra de su proceso en el tatuaje, “una forma de estampado, estampado permanente en la piel”. Para ella, el tatuaje trasciende lo estético o el simple hecho de decorar la piel. “Habla para mí más de un proceso de transmutación de de dolores o emociones que no podemos depurar desde adentro para fuera o resignificar ese mismo dolor con simbología, ornamento, otras cosas.” Su trabajo conecta el dolor físico del tatuaje con la necesidad de transformar emociones que no encuentran otra salida, ese momento en que hay sensaciones o emociones que no puede sacar y lo primero que piensa es en tatuarse o hacerse una perforación o sentir algo diferente en el cuerpo.
“Increíble, es muy bonito compartir con tantas mujeres artistas aquí de toda todo nuestro país, de México, hay mujeres muy muy buenas en la gráfica. También me dedico a la gráfica, el tatuaje es mi mi sustento, pero la gráfica es también una de las cosas que más me gusta.” Que Didxaza tenga que sostener su práctica artística con el tatuaje —que la gráfica no le permita vivir— mientras los museos nacionales celebraban durante décadas a grabadores consagrados es también un dato sobre cómo funcionan las instituciones culturales mexicanas: con presupuestos, becas, espacios de exhibición y reconocimiento para unos pocos, mientras la mayoría de los artistas deben sobrevivir en los márgenes. Su Facebook personal es Dixaza García Jiménez, su Instagram @didxaza_garcia, y su trabajo de tatuaje puede verse en @dha_arma_
Cherán y la Autonomía: Arte Desde los Territorios en Resistencia
Reina Kimberly Sánchez Queriapa: Mujeres Como Pilares Comunitarios

Reina Kimberly Sánchez Queriapa llegó de Cherán, Michoacán, con una obra que visualiza a las mujeres como pilares dentro de las familias y la comunidad. “La obra que yo traje es acerca de cómo se ven las mujeres dentro de las comunidades, más que nada el pilar que estas son dentro de las familias”, explica. Su obra muestra visualmente cuatro mujeres que están dentro de un pequeño espacio donde ellas sostienen parte de la familia. “Si bien se dice que para crear un hijo se necesita todo un pueblo, para mantener vivo a un hombre se necesita una casa llena de mujeres.”
Su crítica es clara: “No es muy común que la gente reconozca la labor que tienen las mujeres dentro de la casa, dentro de un hogar, específicamente cuando no es más allá de la cocina, de la limpieza, sino cosas como que aporta calidad, aporta calidad de vida, aporta este responsabilidad, cuidado, maternación y también lo que es el el economía también básicamente.”
Arte y Autonomía: De Cherán al Museo Nacional
Reina viene de Cherán, la comunidad purépecha que en 2011 expulsó a los partidos políticos, a la policía y al crimen organizado, y estableció un gobierno autónomo basado en usos y costumbres. Cherán es un territorio en resistencia contra el Estado mexicano y contra las mafias madereras que devastaron sus bosques con la complicidad de instituciones estatales y federales. Que una artista de Cherán llegue finalmente a un museo nacional en 2024 no es solo un acto de inclusión cultural: es el reconocimiento tardío de comunidades que las instituciones mexicanas abandonaron a su suerte frente al despojo y que, cuando decidieron defenderse, fueron criminalizadas por esas mismas instituciones.
Resume lo que muchas sienten al estar aquí: “Se siente muy increíble porque yo no pensé que llegaría desde como de mi comunidad a este lugar tan pronto.” Su gratitud va hacia el Vivo Cherpiri, Uerani y la Troje, el taller que ayudó a hacer los grabados. “Estoy muy feliz de estar aquí de poder reconocer a más artistas mujeres y compartir experiencias y saberes con ellas.” Su trabajo puede seguirse en https://www.instagram.com/r.queriapan/
¿Un Cambio Real o un Evento Excepcional?
¿Quiénes son los artistas que habitualmente ocupan las salas de nuestros grandes museos nacionales? Si cerramos los ojos, los nombres y estilos que vienen a la mente suelen pertenecer a un canon que durante décadas excluyó sistemáticamente estas voces. La producción artística de las comunidades originarias y afrodescendientes ha sido ignorada, folclorizada o directamente borrada del relato hegemónico del arte mexicano. Este 10 de diciembre de 2024, esa omisión comenzó a corregirse.
Pero hay que decirlo sin romantizar: esta exposición no borra décadas de exclusión institucional. Es un primer paso, necesario y celebrable, pero insuficiente. La pregunta que queda es si este museo —si las instituciones culturales mexicanas— están dispuestas a transformar estructuralmente sus criterios curatoriales, sus presupuestos, sus políticas de adquisición, o si esta ocupación total será un evento excepcional que en 2025 dará paso nuevamente a las narrativas hegemónicas de siempre.
Cambiar Quién Tiene Derecho a Contar la Historia de México
La exposición no busca incluir tímidamente a estas artistas en un museo que les fue históricamente negado. Busca algo más radical: cambiar quién tiene derecho a contar la historia de México. A través de sus grabados, estas mujeres cuentan la historia desde sus imágenes, sus lenguas y sus territorios. Sus obras no son representaciones; son testimonios vivos. Con la fuerza de la gubia sobre la madera o el metal, con cabello natural, con tinta sobre lámina negra, denuncian injusticias, celebran tradiciones ancestrales y tejen la memoria colectiva de sus pueblos.
La maestra Eusebia lo dice sin rodeos cuando habla de lo que significa estar aquí, rodeada de tantas mujeres artistas de todo el país: “Se siente se siente mucha fuerza al ver tanta solidaridad y ahí cobramos más vida para seguir luchando y en verdad ese es el deseo de nosotras como mujeres mazatecas, seguir luchando hasta lograr las libertades de los perseguidos, de los que firman cada 15 días y de las 200 nuevas órdenes de aprehensión y como todo es fabricado, pues pues no nos vamos a dejar hasta encontrar la justicia.”
Arte Como Arma Contra el Estado Que Criminaliza
El arte como herramienta de resistencia. El grabado como arma contra el olvido institucionalizado. Pero también como arma contra el Estado que criminaliza, que fabrica delitos, que defiende el despojo territorial con órdenes de aprehensión mientras celebra la diversidad cultural en los museos.
Argelia Matus expresa algo similar: “Soy muy honrada de que me hayan invitado a participar en la exposición, pero además muy agradecida, contenta también de poder compartir con tantas mujeres de todo el país, un espacio tan importante como es el Museo eh Nacional de la Estampa.”
El Legado del Taller de Gráfica Popular y las Nuevas Grabadoras

La exposición demuestra que el trabajo de estas artistas contemporáneas dialoga con el de creadoras del siglo XX que participaron en iniciativas como el Taller de Gráfica Popular, confirmando que la estampa sigue siendo un lenguaje de resistencia y un pilar de la cultura mexicana. Pero también marca una ruptura: por primera vez, ese lenguaje ocupa un museo nacional completo sin necesidad de traducirse al discurso hegemónico, sin folclorizarse, sin pedir permiso.
Sin embargo, es necesario mantener la vigilancia crítica. Las instituciones culturales tienen una larga historia de apropiarse de movimientos de resistencia, de domesticar discursos críticos, de celebrar la diversidad en abstracto mientras mantienen intactas las estructuras de exclusión. Que 140 mujeres ocupen este museo hoy es una victoria. Que puedan seguir ocupando espacios institucionales mañana, que sus obras sean adquiridas por colecciones permanentes, que reciban presupuestos dignos, que no tengan que depender del tatuaje o de talleres comunitarios autofinanciados para sobrevivir como artistas: eso será la verdadera transformación.
Un Rumbo Para el Futuro: ¿Cuántas Historias Quedan Por Descubrir?
Salgo del museo y la llovizna ha cesado. El piso de la Alameda sigue mojado y resbaloso, pero algo ha cambiado. En ese edificio que durante décadas exhibió una versión incompleta del arte mexicano, 140 mujeres acaban de reescribir la historia. No pidieron un espacio. Lo ocuparon. No solicitaron reconocimiento. Lo exigieron con sus gubias, sus matrices de cabello, sus láminas negras, sus pinturas faciales, sus tatuajes permanentes.
“Grabadoras de Historias” podrá a ser una fuerza que ilumine el camino para las futuras generaciones de creadoras. Al ocupar un espacio que les fue históricamente negado, estas artistas no solo reclaman su lugar en el presente, sino que aseguran que el futuro del arte mexicano será más justo, diverso y, sobre todo, más verdadero.
Si estas son las historias que afloran cuando se abren los espacios, ¿cuántas otras maravillas quedan aún por descubrir en los rincones silenciados de nuestra cultura?
El Giro de la Rueda
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