En la costa oaxaqueña, el Tequio se convierte en una práctica viva de resistencia y autonomía. La defensa de Salchi, convocada por CODEDI, entrelaza territorio, cultura y organización comunitaria frente al despojo y la violencia estatal.
CODEDI convoca: Tequio por la defensa del territorio
Entrevista con Fredy García y Cristóbal Ramírez
CODEDI convoca: Tequio por la Defensa del Territorio – El Giro de la Rueda
Voz: Laura Quintero – Guion: Kino Balu
Por Kino Balu
Primer Círculo de Palabra: La Territorialidad que Late desde Raíces de los Pueblos Originarios
Desde el territorio de la costa oaxaqueña, donde el mar abraza a la Madre Tierra a al Sierra Sur en un encuentro por la defensa de la tierra, surge una convocatoria que trasciende el simple trabajo comunitario: el tequio por la defensa del territorio en playa Salchi. Esta práctica tan común de los pueblos indígenas, que late con el pulso de saberes que anteceden cualquier teoría occidental sobre organización social, se actualiza cotidianamente como instrumento de resistencia ante el embate extractivo que busca despojar a los pueblos originarios de su integridad cultural. La convocatoria de CODEDI para los días 20 y 21 de septiembre no es meramente una jornada laboral; su componente es un acto político donde la defensa territorial se encarna en la semilla sembrada, en esos momentos de convivencia que honra la reciprocidad como principio de organización autógestiva.
El territorio de Salchi, Cuatunalco, San Pedro Pochutla, nos interpela desde una complejidad que abraza dimensiones múltiples: es espacio geográfico y cosmos, es herencia ancestral y horizonte de lucha, es memoria colectiva y proyecto de autonomía. En este espacio donde abraza la tierra las aguas del Pacífico, la práctica del tequio revela su resistencia y rebeldía como una forma de construcción comunitaria que desafía los fundamentos mismos del individualismo capitalista y la racionalidad extractivista.
Miguel Sánchez Hernández
La figura de Miguel Sánchez Hernández, de 87 años, originario de Salchi, encarna la continuidad de una presencia territorial que se remonta hasta sus abuelos, quienes le heredaron esa tierra que constituye no solo un patrimonio material, sino un universo de significados y memorias que da sentido a la vida comunitaria. Su resistencia individual se transforma en resistencia colectiva cuando las comunidades zapotecas de CODEDI deciden aportar su tequio para defender lo que ya no es solo la tierra de un anciano, sino el símbolo de una territorialidad amenazada por el “cartel del despojo” que opera desde las estructuras de poder estatal y federal.
Como comparte Fredy García, integrante de CODEDI:
“En las tierras de nuestro compañero Miguel Sánchez Hernández, ya que también una buena parte de ese terreno ya se ha sembrado milpa, se ha sembrado frijol, se ha sembrado este calabazas, se ha sembrado también sandía, melón, pepino”.
Esta descripción, aparentemente simple, contiene una enseñanza completa sobre la relación entre territorio y vida: la tierra no es recurso sino madre generosa que ofrece alimento, la siembra no es explotación sino diálogo con ciclos de vida comunitaria, el trabajo colectivo no es mano de obra sino una jornada de reciprocidad con la tierra.
La convocatoria al tequio se presenta así como una respuesta ante la violencia de la mafia del Estado, que se manifiesta en el despojo sistemático operado por redes de poder que articulan políticos de diferentes partidos, notarios públicos y jueces para desarraigar a las comunidades de sus territorios ancestrales. Frente a esta maquinaria de despojo, el tequio brota como respuesta social que construye territorio no a través de la posesión sino de la relación, no mediante títulos de propiedad sino a través del cuidado colectivo que honra la vida.
Segundo Círculo de Palabra: La Practica del Tequio como Forma contra el Despojo
En esta misma línea que nos ofrece la práctica del tequio en Salchi que evidencia una complejidad que trasciende las concepciones occidentales del trabajo como mercancía o actividad alienada. El trabajo comunitario que CODEDI propone para limpiar la milpa más pequeña y preparar más tierra para seguir cultivando constituye una practica que articula la dimensión productiva con la dimensión política y cultural de la existencia indígena.
Cristóbal Ramírez, integrante de CODEDI, nos alcanza donde las teorías académicas naufragan ante realidades que duelen territorialmente:
“El compañero tenía en su posición alrededor de 26 hectáreas en toda esa orilla del mar y desde hace un tiempo lo han venido despojándolo, han llegado canadienses a a la zona y así ya construyeron varios hoteles”.
Esta realidad del despojo que nos cala, revela cómo la despojo y el desplazamiento originado desde poder se actualiza mediante inversiones extranjeras que transforman territorios originarios en espacios de consumo turístico, creando lo que Ramírez denomina un “apartheid costero” donde las propias comunidades no pueden disfrutar de sus playas.
La respuesta del tequio ante esta violencia estructural no se limita a la resistencia reactiva sino que construye alternativas concretas de territorialidad autónoma. La siembra de milpa, frijol, calabazas, sandía, melón y pepino en las tierras de Miguel Sánchez son una declaración política que afirma la soberanía alimentaria como dimensión fundamental de la autodeterminación indígena. Cada semilla plantada es un acto de rebeldía que desafía la lógica extractivista que concibe la tierra como mercancía, inscribiendo en el territorio una la reciprocidad que honra los ciclos de la Tierra.
Este planteamiento que se propone desde los saberes de los pueblos revela que el tequio en Salchi articula múltiples dimensiones de la resistencia indígena. No es casualidad que la convocatoria incluya un evento cultural la tarde-noche del 20 de septiembre, donde “los compañeros y compañeras del grupo de teatro y danza del centro de capacitación de CODEDI realizarán presentaciones artísticas, incluyendo danza y teatro, acompañadas de música de viento”. Esta integración orgánica entre trabajo productivo y expresión cultural evidencia una comprensión de la territorialidad que abraza tanto la dimensión material como la espiritual de la existencia colectiva.
La convivencia con productos cosechados que ofrece “tamalitos, chilatole y elotes asados o hervidos” constituye un encuentro de reciprocidad, de intercambio y fortalecimiento de lazos comunitarios. En estos momentos de compartir alimentos producidos colectivamente, se actualiza una economía de la abundancia que desafía la lógica capitalista de la escasez y la competencia, proponiendo en su lugar una racionalidad basada en la complementariedad y el bienestar colectivo.
La convocatoria al tequio pone en juego la articulación de dimensiones territoriales, productivas, culturales y políticas, y con ello abre una comprensión de la fuerza que despliega la organización social frente al despojo y el desplazamiento. Como explica Cristóbal Ramírez sobre el proyecto más amplio de CODEDI:
“La idea es replicar el modelo del centro de capacitación de CODEDI en la ex-Finca Alemania, permitiendo que las comunidades y personas de otros procesos de lucha disfruten de la playa sin costos excesivos ni restricciones”.
Esta visión de construcción de espacios autónomos que funcionen como alternativas al modelo extractivista dominante evidencia que el tequio trasciende la defensa reactiva para constituirse en metodología de construcción de alternativas civilizatorias. La propuesta de abrir talleres y espacios para teatro y arte en playa Salchi, utilizando “la cultura como una forma de protesta y para visibilizar las problemáticas comunitarias”, revela una comprensión integral de la lucha por la autodeterminación que articula la dimensión territorial con la dimensión cultural y estética de la resistencia indígena.
La violencia que ha enfrentado Miguel Sánchez, quien “lo han ido a balear a su casa” y ha sobrevivido a intentos de secuestro por parte de grupos armados de hasta por lo menos de 20 personas armadas, así como los asesinatos de Abraham Hernández en 2018 y Noel Castillo en Barra de la Cruz, evidencian que la defensa territorial indígena enfrenta una represión sistemática que busca aterrorizar a las comunidades para facilitar el despojo. Sin embargo, las voces de los pueblos originarios nos alcanzan donde la violencia pretende destruir la esperanza, recordando que cada acto de tequio constituye una semilla de resistencia que germina desde la determinación colectiva de no permitir que los territorios sean transformados en mercancía.
Tercer Círculo de Palabra: Horizontes de Re-existencia desde la Territorialidad
La experiencia de Salchi se presenta como un referente ejemplar para comprender las dinámicas actuales de resistencia y re-existencia indígena frente a la ofensiva extractivista que avanza en Oaxaca. El tequio convocado por CODEDI no solo refuerza la construcción territorial, sino que también establece un diálogo crítico con las experiencias de lucha gestadas en el Centro de Capacitación de Artes y Oficios de la ex-Finca Alemania, a lo largo de sus trece años de funcionamiento.
La siembra como resistencia y soberanía alimentaria
La trayectoria de CODEDI, organización que nace hace 27 años en Santiago Xánica “con la finalidad pues de entrada defender los derechos de las comunidades indígenas”, nos enseña que la defensa territorial crea una dimensión de luchas más amplias que comprenden la construcción de autonomía educativa, cultural y política. El proyecto del centro de capacitación, que ofrece talleres de carpintería, panadería, medicina tradicional, serigrafía y mecánica, así como educación desde preescolar hasta secundaria, es una propuesta de autodeterminación que articula la formación técnica con la preservación y revitalización de saberes ancestrales.
El cartel del despojo y la violencia estatal
La articulación de múltiples organizaciones hermanas en la convocatoria del tequio —CODEPO, FIZ y COCISS— revela la construcción de redes de solidaridad que trascienden las fronteras comunitarias específicas para configurar un movimiento territorial más amplio que enfrenta el “cartel del despojo” que opera en toda la costa oaxaqueña. Este encuentro organizativo evidencia una comprensión estratégica de que la defensa de territorios requiere articulaciones regionales capaces de enfrentar las redes de poder que operan a escala estatal y federal.
La denuncia de Cristóbal Ramírez sobre los “personajes de la política tanto estatal y incluso en el ámbito federal” que conforman el cartel del despojo —incluyendo a David Ortega del Valle, Juan Hugo de la Rosa García, Alejandro Avilés Álvarez y Orlando Acevedo— revela que el despojo territorial indígena es una política sistemática que trasciende las diferencias partidarias aparentes para configurar un proyecto de acumulación por desposesión que beneficia fundamentalmente a inversionistas extranjeros. La colusión entre “personajes que están muy metidos en la política” con “notarios públicos” y “jueces” nos muestran que el Estado mexicano funciona como facilitador del despojo y del desplazamiento de pueblos enteros.
Las voces organizadas nos recuerdan que el tequio es una semilla de esperanza y de futuro. En playa Salchi, la propuesta es clara: convertirla en “un espacio abierto para todas y todos”, como alternativa al turismo que busca despojar. La resistencia de los pueblos originarios no solo defiende la tierra, también construye otras formas de vivir y organizarse.
La propuesta de replicar en Salchi el modelo desarrollado en la ex-Finca Alemania, creando espacios donde “las comunidades puedan llegar y disfrutar un rato de la playa, estar con sus familias sin que nadie se los impida, sin que pues se les cobre excesivamente”, constituye una alternativa concreta al “apartheid costero” que genera el turismo capitalista. Esta visión de territorialidad incluyente y comunitaria desafía tanto la lógica de la propiedad privada como la racionalidad del mercado turístico, proponiendo en su lugar una relación de reciprocidad que honré el derecho de los pueblos originarios a disfrutar de sus territorios ancestrales.
El arte y la cultura como herramientas de protesta
La propuesta en Salchi integra talleres, teatro y arte, mostrando que la autonomía también se construye con actividades productivas, educativas, culturales y comunitarias. Como dice Cristóbal: “el arte como una forma de protesta y como una forma de decirle a la gente lo que está pasando en las comunidades”. Así, el proyecto territorial de CODEDI une cultura y política, usando la creación artística como herramienta de denuncia y de conciencia colectiva.
Los encuentros de teatro en el centro de capacitación sirven para expresar las necesidades de las comunidades y dar a conocer el despojo, los asesinatos y las violencias que enfrentan los pueblos. Estas prácticas muestran cómo los saberes comunales se enlazan con redes de solidaridad nacionales e internacionales para visibilizar y denunciar lo que sucede.
La experiencia de CODEDI enseña que la defensa territorial indígena no es solo cuidar la tierra: también es defender los derechos, crear alternativas económicas solidarias, mantener vivos los conocimientos de los abuelos, formar a las nuevas generaciones con su propio pensamiento y tejer redes que enfrenten la violencia del Estado y de los grupos de poder.
El tequio convocado en septiembre en playa Salchi es un momento de encuentro donde todo esto se junta. La siembra, la danza, los taller o los actos de solidaridad se convierte en una manera de afirmar que los pueblos siguen vivos, que después de más de 500 años de colonialismo continúan construyendo su futuro desde la fuerza de sus raíces y la creatividad de sus luchas actuales.
En la costa oaxaqueña, el tequio se convierte en una práctica viva de resistencia y autonomía.
La defensa de Salchi, convocada por CODEDI, entrelaza territorio, cultura y organización comunitaria frente al despojo y la violencia estatal.Redes de solidaridad y articulación regional
La invitación a participar no es solo para la comunidad local, sino también para organizaciones hermanas que han puesto su esfuerzo en la defensa del territorio. Así, el tequio deja de ser solo un trabajo colectivo de una comunidad y se convierte en un camino para articular resistencias regionales.
En este contexto, la defensa de las tierras de don Miguel Sánchez ya no representa únicamente su patrimonio personal: es símbolo de la resistencia de todos los pueblos originarios del continente frente al avance del extractivismo. Las plantas que nacen en Salchi, así como la palabra de teatro y ese gesto comunitario, son pues una declaración de que los pueblos no solo resisten: también re-existen, construyendo alternativas desde sus territorios y ofreciendo caminos de esperanza para toda la humanidad.
El tequio, en esta práctica, se muestra como una fuerza viva que actualiza conocimientos antiguos para enfrentar los desafíos de hoy. Es una manera de hacer comunidad y de crear territorios de resistencia que se sostienen en la reciprocidad, la complementariedad y el respeto profundo por la tierra.
Para mayor información visita la pagina de Facebook de: CODEDI CULTURA

Nota para Radio Huaya: Tequio por la defensa del territorio
Entrevista con Fredy García
Tequio por la defensa del territorio contra el Cartel del Despojo – El Giro de la Rueda
Voz: Laura Quintero – Guion: Kino Balu
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