Cosas de Mujeres El Giro de la Rueda


Cosas de Mujeres – Onofre Nicolás Sánchez

Cosas de Mujeres

Un relato sobre la vida rural y los roles de género en Oaxaca

Por Onofre Nicolás Sánchez

Nací en una familia en donde todos los hijos de mis padres éramos niños. No había la niña que “debía” ayudar a mi madre en los quehaceres del hogar, como lo establecía la costumbre del pueblo. Por lo tanto, aprendimos todos de todo, desde luego dentro de nuestras capacidades a hacer las actividades, tanto las denominadas para hombres como para las denominadas actividades para mujeres.

Por eso, ayudaba a mi mamá a hacer la fogata para el café, también a prender la lumbre para el comal, al realizar esta actividad, rompí algunos comales y eso enfurecía a mi madre, porque tenía que volver a colocar un nuevo comal, por eso las memelas no estarían listas para el desayuno familiar.

También aprendí a poner el maíz y echarle cal para que se hirviera y se convirtiera en nixtamal, había que saber el momento exacto para bajar la olla del fuego y no hirviera demasiado.

También aprendí a lavar el nixtamal y muchas veces fui al molino con mi madre. La ida al molino regularmente eran a las seis de la mañana, para acompañarla tenía que llevar una vara para espantar a los perros que salían de las casas de los vecinos.

La miraba como juntaba la masa y las hacía bolitas para luego colocarlas en la cubeta de plástico que llevaba, muchas veces les tuvo que decir al señor del molino que le echara menos agua al momento de molerlo para que la masa no saliera muy aguada.

Sus manos ásperas, recogían la masa sentada en cuclillas frente a la máquina que hacía ruido con el motor y eso hacía que la plática pareciera griteríos con las conversaciones de todas las personas que estaban esperando en la fila. A veces había una fila de más de veinte personas, platicando diversas anécdotas, o hablando de cosas que sucedían en el pueblo, había muchos chismes, mucha información y noticias de todo tipo, a veces de la enfermedad de algún familiar, a veces de que la hija de la vecina se huyó con el novio, o que alguna muchacha del pueblo se va a casar.

Otras pláticas se basaban en que tal señor cazó un venado o que fueron a agarrar camarones en el río la noche anterior. Eran momentos en donde las mujeres platicaban de diversos sucesos o de algún evento que sucederá en la semana.

Otras mujeres se ponían de acuerdo para realizar actividades en conjunto, como por ejemplo ir por el barro por el Río Colorado para hacer sus comales y sus ollas, otras se ponían de acuerdo para ir a juntar leñas por los piñales, otras para tejer juntas en casa de doña Juana.

Con las mamás muchas veces había niños como yo parados en las filas acompañando a sus madres. Los niños a veces platicábamos y nos ponemos de acuerdo para hacer papalotes, para jugar a los trompos e incluso para ir a nadar por el río de los hombres.

Muchas veces se veían a los señores parados junto a los postes de luz, fumando cigarrillos y en la mano traían también una vara para espantar a los perros, estos señores acompañaban y platicaban también y se ponían de acuerdo para hacer el tequio o los trabajos comunitarios que les toca.

Los terrenos para la milpa se limpian por los meses de abril y mayo, en esos días había que afilar el machete en una piedra de río para que el trabajo de tumbar la maleza se hiciera con facilidad.

Cuando regresamos a casa, a veces mis hermanos ya estaban barriendo el patio otros regando las plantas, las flores que teníamos en el patio, mi padre a veces tenía ya hecho el café y nos sentábamos en una mesa de madera a desayunar.

Otras veces, mi padre ya estaba preparado para ir al campo a limpiar la milpa, solo esperaba que estuvieran las tortillas para hacer el itacate que llevaría para la comida. Otras veces se iba sin llevar nada y si no era día de clases nosotros los menores lo alcanzábamos junto a mi madre para almorzar entre las milpas.

La habilidad en el manejo del machete era importante, ya que si se hace con torpeza puede ocasionar un accidente y en el campo.

También los niños del pueblo aprendimos a cortar la leña, sobre todo a seleccionar cuál eran las mejores ramas. Existen árboles que dan buenos leños eso lo enseñaban los padres para que en la cocina no hiciera mucho humo y los utensilios no se tiznaran demasiado.

Estos trabajos de hombres eran importantes, ya que proveían en la casa los materiales necesarios para la comida, pero no solo eran leñas y limpias, también se aprendía a seleccionar los frutos del campo y los chepiles, se aprendía a cazar venados, conejos o armadillos y conocer las señales para la caza, no se hacía por el simple hecho de cazar, sino que eran por temporadas para darle oportunidad a los animales de regenerarse.

Por eso no se cazaba, los venados en tiempo de seca, sino que cuando cae la lluvia porque es la temporada cuando las venadas no están preñadas, al igual que las iguanas, con esto se preserva la continuidad del ciclo vital de reproducción.

A veces acompañaba a mi madre a traer el barro en el campo para hacer los comales, las ollas o las cazuelas. Los niños, hacíamos nuestros juguetes de barro, hacíamos, pájaros, animales, casitas, cacharros y muñecos. Eran cosas que no tenían género, aunque algunas personas decían que aquel juguete era de mujeres otras personas decían que no debíamos tocar el barro porque se quebraban los utensilios.

No tomaba mucha importancia a lo que la gente decía, porque entiendo que en el pueblo se tenía muy marcado la diferencia de que había cosas exclusivas de mujeres, es parte de la costumbre que tiene que cambiar.

Actualmente a mí me gusta cocinar, también hago tamales y tortillas a mano, porque recuerdo cómo lo hacía mi madre, y a veces lloro porque sé en esta actividad está su esencia y sus recuerdos. Me gusta hacer panqués, panes y pasteles, porque lo aprendí de ella.

También aprendí a cambiar los pañales de mis bebés, a preparar la mamila, a hacer la papilla y darles palmaditas en la espalda para hacerlos eructar. Ahora baño a mi hijo en la tina o en la regadera y le escojo la ropa que se pondrá. También lavo la ropa y la remiendo si es necesario.

Me gusta la lucha libre y el box, soy malo haciendo deporte y no me gusta el fútbol porque creo que tengo dos pies izquierdos para esta actividad, sin embargo, me gustaría aprender a bordar y tejer, o hacer más cosas de mujeres, pero me gustaría aprender a hacer muebles y cosas de carpintería, de jardinería, de albañilería, me da miedo la electricidad y para nada soy bueno para la mecánica.

Me gusta sembrar, conozco la temporada cosechar y cazar iguana y armadillos, soy bueno con el machete para limpiar la milpa, cortar la leña o tumbar un árbol para utilizar la madera para construir algo. Como hombre hay cosas que no sé hacer y eso no me hace menos.

Hay que romper con estos estereotipos de que existen cosas para mujeres y para hombres, porque en este momento vivimos en una sociedad cambiante en donde los derechos de las personas no se tienen que regir por medio del género, sino que todos somos seres humanos que le da vida y sustento a nuestra sociedad.

Para respetar hay que conocer y adecuarse, pero sobre todo comprometerse con nuestra actualidad.

Un molino, una vara y la comodidad masculina


Originario del municipio mixteco de San Agustín Chayuco, en la costa de Oaxaca.
Licenciado en Economía, Pasante de Derecho en la UNAM, y Maestro en Gestión Pública para la Buena Administración en la Escuela de Administración Pública de la Ciudad de México.

Onofre Nicolás Sánchez


El Arte que Rompe el Silencio: Entrevista con Sara Betanzos,una voz incansable en la lucha por la justicia social y la preservación de las culturas originarias, en la que descubrirás cómo el arte se transforma en un acto de resistencia a través de la exposición “Íchjín ‘Tsęn – Gráfica Archivo Abierto -”, realizada en la sala La Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana, en el corazón de la Ciudad de México;esta entrevista de Laura Quintero, con realización de Kino Balu, revela el pulso de una lucha que trasciende generaciones y desafía las estructuras de poder, invitándonos a imaginar un espacio donde las voces mazatecas se convierte en un grito de libertad, una nota donde el arte denuncia y nos muestra relatos de quienes rompen el silencio para reclamar justicia.

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