Lengua, cuento y territorio mixteco

Un relato desde la memoria, el deseo y el arraigo

Onofre Nicolás Sánchez

 “No todo lo que te hace volar es necesariamente lo mejor… puede hacerte perder el piso y el lugar de dónde vienes.”

Resistencia cultural desde el estanque

El relato de Onofre Nicolás Sánchez no es una simple evocación de su infancia rural ni una fantasía disfrazada de cuento: es una advertencia disfrazada de ternura. Tres piezas entrelazadas —una carta materna, una narración en lengua mixteca y una fábula animal— construyen un testimonio sobre el desarraigo, la adaptación forzada a la lógica urbana y la lucha silenciosa por conservar la identidad.

Leemos la memoria no desde el exilio, sino desde la frontera entre el deber filial y la utopía citadina. Un gran gusano subterráneo —el metro capitalino— y un águila —figura del engaño aspiracional— funcionan como símbolos de una modernidad que devora más de lo que ofrece.

Este no es un texto nostálgico: es una reflexión crítica, desde adentro, sobre lo que significa dejar atrás la vida campesina para sobrevivir en una ciudad que exige obediencia, rendimiento y olvido.

El Giro de la Rueda


Por Onofre Nicolás Sánchez

 Ciudad de México

De niño, siempre le decía a mi madre que soñaba con ir a trabajar a la Ciudad de México. Sus palabras, llenas de amor y sabiduría, quedaron grabadas en mi memoria:

—Está bien, hijo, si tu anhelo es ir a la ciudad, ve. Pero escucha estos consejos que te doy desde el corazón.

Cuando llegues a la Ciudad de México, debes andar con mucho cuidado y mantenerte muy atento, porque allá encontrarás cosas que no tenemos en nuestro pueblo. Si tomas el metro, ten cuidado con las puertas; no te dejes “comer” por ese gran gusano que se desliza bajo la tierra. Ahí abajo, nunca sabes con certeza en qué parte de la ciudad te encuentras.

En las calles y avenidas, los coches no descansan, parecen arrieras frenéticas, buscando hojas de naranjo antes de la tormenta. También verás luces de tres colores, como los plumajes de los pájaros del campo, guiándote: verde para avanzar, rojo para detenerte. Aprende a leerlas bien.

En la ciudad, tendrás que trabajar para ganarte el pan. Ya no será como aquí, donde el campo nos ofrece sus frutos con generosidad; donde basta con caminar para recoger lo que nos alimenta. Allá tendrás un patrón, quien te dirá qué hacer y qué no, un cambio muy distinto a nuestra vida, donde eres dueño de tus corrales, tus naranjales y tus ganados.

Aunque desearía que te quedaras para trabajar nuestra tierra, también quiero que conozcas la ciudad. Quiero que descubras su ritmo y, sobre todo, que aprendas a valorar la riqueza de nuestro pueblo. No hay nada como el calor del hogar, como compartir una taza de café con memelas junto al fogón en las mañanas, rodeados del aroma del campo, con tus hermanos y conmigo, tu madre, que tanto te quiere.


Ñiko’yo

Keve ikui ralu’lu, ikachi si’in ze’i vachi kuñi kuzachiñe siñuu Ñiko’yo.

Tu’un sa ika’an ña si’in kuu che’en:  va’a tatu kuñun ku’un kuzachiñon Ñiko’yo, zoko ke’e iñun tu’un sikuke’in su’un ya, ta tu’un kuan kuu si.

Keve ku’un Ñiko’yo izu xaan kuu iñun ta kuenda koo iñun, vachi yukuan iyo nda’achiño si ña’i iyo ñuu yo.

Tatu kundoon sikuu metru kuenda kuenda kuun si’in yuve’e tu vachi kuu kasi tu suun, vachi sikuu metru kuan tañi tindaku ikuu si, ta sika si ichi siñu’un ta yoñi sito numaa ichi sika yo.

Iyo ñu’un chaki ichi sika yo, chaki ñu’un si tañi chaku zaa iyo siku’u kuu si ta nikachi si si’in yo ñaa ku’va ya’a yo.

Kuta’an si zachiño vachi yeve tañi ve’un kuu si, yeve tañi ñu’un ñuu yo kuu si sa vachi kuenda kua’an ñi yo siku’un ta ñi’in nda’a yo ñaa yuku kuñi yo kasi yo.

Kukoo sito’on, ta rayukuan kuziña’an tinde’e chiño sa kuzachiñon, a ñaa si nikuu zachiñon, yeve tañi ñuu yo vachi i’ya iyo sakun, iyo tuvisun, iyo tutukuon ta iyo kete zonon.

Kuvi ndisa kuin vi, vachi zachiño ichi siku’un ta ñu’un, zoko kuñi sivachi nikoto ñaa ñuu na’un vachi takuan nikoton ñaa siva’a iyo ñuu yo, ta sichaki kuñi añima yo ku’va ta’an si ko’o yo kufee si’in xa’ndyañee yachi nundyaa xiñiñu’un siña’an ñi si’in vi sikui ze’un ta si’in tinde’e yañun.


Un día yo volé

Un día me encontraba tranquilo en mi hogar, imaginando encontrar a una persona que me comprendiera y que soñara lo mismo que yo, es decir a mi pareja ideal. Sin embargo, nadie parecía prestarme atención por más que me esforzara en mostrar mis cualidades y lo bueno que puedo ser.

Entonces pensé: “Si pudiera volar, todo el mundo me miraría y admiraría”. Esa gran idea se apoderó de mí y decidí actuar lo más pronto posible.

Nadé hacia la orilla de mi laguna y subí una roca alta que se encontraba cerca para cantar con mucha fuerza, esperando que esta vez alguien notara mi presencia, sin embargo, a todo el mundo le daba igual si cantaba más fuerte.

De repente, sentí un agarre fuerte en mi espalda. Antes de comprender lo que estaba sucediendo, me encontraba elevándome por los cielos. Sentí como el viento rozaba mi rostro, y al extender los brazos sentí cómo el aire corría entre mis dedos. Fue un instante mágico: estaba volando.

A lo lejos, allá abajo en el estanque pude ver la cara de persona con la que siempre había soñado estar. Sus ojos reflejaban asombro y, en mi ingenuidad, pensé: “Finalmente, la estoy sorprendiendo. Ahora sí me hará caso. Tendremos un futuro brillante juntos”.

Mientras mis sueños parecían volverse realidad, miré cómo me alejaba del estanque que era mi hogar, volando por encima de los árboles.

Sin embargo, esa euforia de volar se transformó pronto en preocupación. “¿Qué está pasando?”, me pregunté. Mi sueño de volar estaba tornándose en pesadilla. Intenté convencerme de que debía despertar del sueño que me ahogaba, pero una cruel verdad me golpeó: no era un sueño.

Sucedió que al posarme sobre la roca para cantar como lo hacen mis amigos en épocas de apareamiento, un águila había hundido sus garras en mi espalda, arrancándome de mi hogar. La mirada de asombro de mi amada no era por admiración, sino por el terror de verme a punto de ser devorado de un solo bocado.

Un escalofrío recorrió mi pequeño cuerpo. Sentí la sombra de la muerte acercarse, en mis pensamientos todo era confusión. Mis sueños de amor, de ver a mis hijos crecer, de enseñarles las maravillas de nuestro estanque, se desvanecieron en un instante.

Mientras el águila ascendía más alto, recordé los días felices de mi infancia, las palabras sabias y dulces de mi santa madre, y quise llorar. Aquello que había comenzado como una fantasía ahora me asfixiaba, cortándome el aliento, no podía respirar y ya no quería volar, quería tocar el suelo, para estar junto a todas esas personas que más quiero en este mundo.

Entonces, en un acto desesperado, bajo el último aliento de vida, decidí que no me rendiría sin luchar, debía hacer mi mayor esfuerzo por salir de esas garras que me asfixiaban a como diera lugar. Reuní fuerzas de lo más profundo de mi ser y comencé a forcejear, sin tanto éxito, la vida se me iba, pero tenía que hacer algo. El águila, desconcertada, se posó en la copa de un árbol para devorarme; sobre aquellas ramas, los ojos se me nublaron y derramé lágrimas de impotencia y de dolor. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, un estruendoso rayo iluminó el cielo, y el águila, asustada, me soltó.

Caí al vacío, pero el destino quiso que una rama me detuviera. Curiosamente, otro de mis sueños de infancia había sido trepar árboles, y aunque no como lo imaginé, allí estaba yo, atrapado en ese árbol de mango más allá de mi hogar. Ahora, en lugar de subir, debía descubrir cómo bajar. Tras varios intentos fallidos y sin fuerza en los brazos, mi cuerpo resbaló y en un abrir y cerrar de ojos toqué el suelo duro y rígido. Sentí las hojas secas bajo mi pecho y, sin perder un segundo, huí de aquel lugar.

De vuelta en el estanque, me sumergí en el agua, mi refugio seguro. Allí sentí cómo las esperanzas de un futuro brillante regresaban a mí. Recordé el cálido abrazo de mi madre y las dulces palabras de mi amada. Desde entonces, comprendí que no todo lo que parece un sueño es necesariamente lo mejor. Que no todo lo que te hace volar, significa que sea bueno para volar, que te puede asfixiar, que te puede hacer perder el piso y el lugar de dónde vienes.

Soy una rana, que vive en el estanque, y quiero que este estanque sea lo mejor para mi amada, para mis hijos y para mí. Entonces trabajaré para que mi estanque sea lo mejor para todos. Desde entonces aprendí a valorar la belleza de mi hogar y la dicha de compartir la vida con quienes más quiero en este mundo.


Sobre el autor

Onofre Nicolás Sánchez

Originario del municipio mixteco de San Agustín Chayuco, en la costa de Oaxaca. Licenciado en Economía, pasante de Derecho por la UNAM y Maestro en Gestión Pública para la Buena Administración por la Escuela de Administración Pública de la Ciudad de México.


MIGRACIÓN INDÍGENA EN MÉXICO Cuando volar significa perder el suelo Inspirado en el testimonio de Onofre Nicolás Sánchez 📊 POBLACIÓN INDÍGENA EN MOVIMIENTO 60% migra por necesidad económica 40% busca oportunidades educativas 80% enfrenta discriminación urbana 12.7 millones de personas indígenas en México 2.3 millones han migrado a zonas urbanas 🏔️ OAXACA: EPICENTRO DE MIGRACIÓN MIXTECA OAXACA San Agustín Chayuco CDMX • 65% de migrantes mixtecos van a Ciudad de México • Pérdida de 30% de hablantes de lengua mixteca en una generación 🎭 IMPACTO EN LA IDENTIDAD CULTURAL 🏠 Desarraigo territorial Pérdida de conexión con la tierra 👥 Fragmentación familiar Separación de redes de apoyo 💬 Pérdida lingüística Abandono de lengua materna “No todo lo que te hace volar es necesariamente lo mejor” 🐸 LA FÁBULA DE LA RANA: ANÁLISIS SIMBÓLICO 🐸 Comunidades indígenas sueña con volar 🦅 Promesas urbanas devora identidad 🏙️ Modernidad urbana El águila = falsa promesa El vuelo = desarraigo El estanque = identidad La caída = despertar crítico 💭 REFLEXIÓN CRÍTICA La migración indígena no es elección individual sino consecuencia de: • Políticas extractivas que empobrecen el campo • Falta de inversión en comunidades rurales • Estructuras que obligan a elegir entre identidad y supervivencia Basado en “No todo lo que te hace volar…” por Onofre Nicolás Sánchez Giro de la Rueda | Fuentes: INEGI, CDI, CONAPO

Entrevista en Radio IPN con Onofre Nicolás Sánchez

album-art

00:00

Artículos recientes….


Go back

Your message has been sent

Suscríbete. Ingresa tu correo electrónico y recibir todas las actualizaciones.
Warning
Warning
Warning.

0 respuestas a “No todo lo que te hace volar…”

  1. Avatar de Adrian Hernandez

    Muchas felicidades, al leer el texto me hiciste caer en cuenta que a veces lo que pensamos o soñamos que es lo mejor para nosotros, no siempre es así! Un abrazo mi estimado Onofre. Te felicito por tu redacción.

    No cualquiera plasma de forma tan sencilla y emotiva en unas líneas los valores, miedos, discriminación, anhelos, etc.

  2. Avatar de Consuelo Figueroa
    Consuelo Figueroa

    Felicitaciones. Excelentes trabajos.

    1. Avatar de Kinobalu

      Agradecemos mucho tu reconocimiento. Nos encantaría saber qué temas te interesan o qué trabajos te han gustado más. ¡Bienvenida siempre al espacio!